domingo, 9 de mayo de 2010

Fresas salvajes. Un clásico




Siempre me han tirado un poco para atrás las películas llamadas "clásicas". Ya saben, en blanco y negro. Al igual que ocurre con las películas en color, en tres dimensiones, de dibujos, y en todos los formatos, seguramente hay mucha mierda y algunas excepciones.
La otra noche vi la película "fresas salvajes" de Ingmar Bergman. Ya el propio apellido Bergman sugiere, inconscientemente, algo coñazo. Nunca había visto ninguna película de ese señor. En cambio he visto las 3 películas de American Pie, lo cual no dice mucho acerca de mi formación cultural.
Me pareció una película alucinante, de principio a fin. Desde el primer minuto estaba clavado a la butaca (bueno, al sofá). Es una de esas joyas que hacen pensar, que te devuelven el convencimiento de que el cine, bien hecho, puede ser un arte.
El argumento es complejo y a la vez simple. Un profesor viejuno hace un viaje en coche en Suecia (¡Que gran país, y que nórdicas a la par que preciosas hembras!) para ir a recoger un premio muy importante. El profesor es una especie de eminencia en la física. A simple vista es un hombre que ha llevado una vida recta y juiciosa, en todos los sentidos.
Se detiene con el coche un momentito en una granja abandonada, donde pasó la niñez. Allí comienza a recordar aspectos de su juventud. Aspectos estos que irá recordando a lo largo del viaje, al recoger a unos autoestopistas.
Es una road movie, quizás antes de que ese término existiese. El viaje del profesor es un viaje desde su ya muy entrada senectud hasta los recovecos de su alma, a su niñez, juventud.
Tiene mucha trascendencia el personaje de su nuera, una preciosa mujer que viaja con el. Tanto ella como los viajeros que recoge le retrotraen a esa juventud ya perdida.
La clave de la película es la eterna pregunta sin respuesta del anciano profesor. ¿La vida que vivió, llena de rectitud luterana y de estudio.. Le sirvieron de algo? Su novia, de joven, prefirió casarse con otro hombre, mucho más mundano y divertido.
Hay una escena escalofriante, dentro de los muchos sueños y pesadillas de la película. El viejo profesor se encuentra con su novia joven (los sueños no envejecen)..
Me hizo gracia, pero una gracia amarga el sueño del profesor en el que le toca repetir un examen de la carrera. ¡Él, que va a recoger el premio Novel!
El sueño con el que comienza la película es impresionante, igual que el último, que nos deja un rastro de esperanza. Es una película, también hay que decirlo, bastante onírica. Me imagino a Bergman y Buñuel yendo juntos a emborracharse y a hablar de fútbol, seguro que eran amigos.
No crean que es una película seca o muy dura. Hasta un tipo inculto como yo la vio del tirón, de verdad. Tiene golpes que hacen gracia, por supuesto no la típica gracia mierder en plan los Morancos.
Mi humilde consejo, disfruten de esa película. Da que pensar.

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