Últimamente me he encontrado gente de mi edad (que se la pueden facilmente suponer) hacer ascos del botellón. "Es un coñazo, no hay música y no se puede bailar" (por supuesto, las mujeres hacen coreografías de Stravinski en las discotecas, diría yo) suele ser la excusa más habitual para ellas. "El ambiente es aburrido" (otro que quiere ver ballet clásico, vamos) la de ellos.
La verdad, cada vez encuentro menos ganas y menos gente de mi edad haciendo botellón.
No me refiero al típico botellón hormonado de esos que convocan por el tuentis ese, con miles y miles de uruk hais levantando el PIB español. Ni tampoco al botellón-fiesta patronal. Donde igual te encuentras a tu primo de 14 años que al borracho del pueblo "yo pensé que este señor ya había muerto".
Me refiero al clásico y genuino botellón de sábado, un grupo de chicos y chicas (bueno, vale, chicos y chicos en la meseta..) pasando un par de horicas, hablando de todo tipo de temas y cantando alguna canción regional. Por supuesto, en zonas sin vecinos y recogiendo la mierda al irse.
Sinceramente, no se me ocurren más que razones a favor del botellón, en detrimento de los inmundos bares en que, salvo honrosas excepciones, solemos perder nuestras noches.
Vale, no hay música, pero para eso creó Dios el spotify, además siempre se pueden llevar guitarras y tocar canciones de Estopa. Hay una ley, de cada 5 amigos uno tiene nociones básicas de guitarra. Es una ley. Punto y pelota.
El ambiente. Hay bares en los que el humo es muy, muy, muy molesto. Hasta Don Draper y Humpry Bogart se marearían y vomitarían al entrar.
Por supuesto, el precio. Y muy especialmente, la calidad de las bebidas. Todos los años aparecen hosteleros diciendo que "el garrafón no existe, es una alucinación colectiva" pero hay copas en ciertos bares que no es que sepan a colonia, es que son, directamente, colonia.
Por supuesto que el botellón tiene sus pegas, no lo discuto. Pero tengo siempre la sensación de pasármelo mejor y de aprender más de mis amigos. Y de castigar menos mi higado y mis pulmones, y con la oferta musical de los bares.. Mis oídos también.
Hay una edad la nuestra (llamémosla Edad Media) en la que cambian las aficiones, pero no del todo, es una edad de transición. Es algo bueno, natural. Pero antes de hablar demasiado a menudo del trabajo, de la hipoteca, de caquitas de bebé, de divorcios y demás cosas aburridas, de alquilar casas rurales o ir a cenar "en parejitas".. Urge una revalorización del botellón. Un botellón crepuscular, un grupo de amigos hablando de cosas de amigos. Luego se echará de menos, lo intuyo. Lo intuyo.
3 comentarios:
Amigo mío!
Cómo me ha recordado tu entrada a lo que hacíamos en la muy leal, noble y heroica Ciudad de Béjar... Estábamos en un merendero donde no se molestaba a nadie y cada uno se llevaba lo que ensuciaba (bueno, como en todo, no todos se habían aprendido esto) pero, en general, en Béjar todo el mundo estaba conforme.
Hasta que un vecino se empeñó en "sacarle perras" al Ayuntamiento y, de paso, echarnos a todos de allí. Ahora la gente bebe en traseras de urbanizaciones, en parques públicos... y los que renunciamos a eso, pasamos las noches en esos antros a los que te refieres en tu entrada... Una pena.
Recuerdos desde mi Buhardilla.
No creo que en las ciudades de tus sueños hagan lo que comentas, ni en la lujosa urbanización de mujeres desesperadas estaría admitido esa forma burda y grosera de divertirse, habiendo formas de amargar a los vecinos de otra manera más gratificante para todos (lease echando un polvete o asesinando a cualquiera, que lo mismo da). Tampoco creo que a esa chica de los sueños de muchos: la linda Best de Mad men aplaudiera el botellón ordinario de los fines de semana, menos mal que nos queda the wire para entender lo que hacemos, estamos salvados.
jajaja... Gracias por vuestros comentarios. Tristán, algún día iré a Béjar City, es una de mis asignaturas pendientes. Marta, creo que en Baltimore, ciudad de the Wire, un botellón pegaría mucho, pero con pildoras amarillas, nidos de araña, etc etc! :-D
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