domingo, 24 de mayo de 2009

Fin de Partida. Un coñazo.




He de confesar que, pese a que me gusta y disfruto con el teatro, soy muy ignorante al respecto. Conozco pocos autores, pocas obras. Siempre me ha picado el gusanillo del teatro y mi experiencia se limita a ser actor, hace ya algunos años, en obras de andar por casa, de esas que te iban a ver los amigos y casi obligados.
En fin. Una tarde de domingo de esas lluviosas y en las que en la tele ponían programas zarriosos me dije "Gaitowski ¡Es el momento de ampliar tu paupérrima cultura teatral!" Y me decidí a leer un "clásico moderno", Fin de Partida, de Tomas Beckett.

La obra tiene un estatus de culto, como pionera del Teatro del Absurdo (ese que tan bien parodian en la genial película al otro lado de la cama, el niño melooooooooooooon!) Y sinceramente, me ha parecido una chorrada monumental, para hacerla una estatua, oiga.
La obra tiene un solo acto, sin ninguna pausa. Toda enterita. Se situa en una especie de limbo en la que no pasa absolutamente nada. Hay dos personajes. Un viejuno que se llama pluck, su criado que se llama plock o algo así, y los padres del viejete que (no me invento nada) son desechos y viven en la basura, como la señora basura de los Fraguel Rock.
Me pareció una paja interminable del autor. El tal criado plock repite todo el rato "me voy a ir" pero al final nunca se va, el muy huevón. El viejuno es como lisiado, cojo, sordo, ciego, y muy cabroncete. Todo el rato dice absurdeces. Los desechos que viven en la basura tienen más gracia, la verdad, pero tampoco acaba uno de entender que carajo pasa en toda la obra.
Es una obra sin argumento, lógica, repetitiva y exasperante.
Se supone que al leerla uno tiene que quedar conmovido, pensando en la naturaleza humana, pero al final uno solo piensa que no se ha enterado de nada. Plick, Plock, Popoh, y sus maravillosos amigos que viven en la caquita han pasado como un relámpago a lo largo de 100 tediosas páginas y ni siquiera han dejado huella.
O quizás es que soy muy cerrado al teatro moderno, en fin. Si aceptan el consejo de este iletrado amigo vuestro, leanla, pero atenganse a leer a algo soso y aburrido.