domingo, 25 de enero de 2009

Irina Palm




Las películas son, básicamente, como la comida. Así hay películas "kebap", sin gran sustancia pero aderezadas de una dudosa salsa que hace que te las tragues. (Matrix, Spiderman, etc..)
Hay también películas "durum". Más que nada, porque son un rollo. (las doscientas mil películas españolas sobre la Guerra Civil, el cine Dogma, etc..)
Hay películas que son como un "pato a la orange, avec fetuccini et gondolesi bompensiero". Obras de arte de las que nadie duda, la creme de la creme. Los machos alfa del celuloide. (Desayuno con diamantes, Casablanca, etc..)
Hay películas como un asado brasileño. Requieren una preparación previa y desde luego, van a dejar huella, no las olvidas. (Requiem por un sueño, Perros de Paja, etc..)
Hay películas que son como una bolsa de ganchitos caducada. Como pan de molde cubierto de moho y de caca. Como aceite de ricino aderezando los cachitos esos demóniacos que siempre sobran en las bolsas de revuelto. Todos ustedes pueden imaginarse más de un título, estoy seguro.

Y por último, hay películas que son como una croqueta con jamoncito dentro, como un figón.. Te dejan un buen sabor de boca, te entusiasman sin querer.
Irina Palm es una de ellas.
Imagínense. Típica noche entre semana, tumbadito en el sofá hasta que venga Morfeo (si, el de Matrix), haces zappinge y te empieza a llamar la atención una película. La curiosidad inicial se torna hipnosis. Y de eso se trata el buen cine.
Irina Palm es una historia muy elaborada. Dicen que basada en hechos reales, pero hoy en día, hasta Transformers lleva esa etiqueta. Una familia humilde de Inglaterra, un par de padres desesperados porque su pobre hijito tiene una enfermedad de esas rarísimas. El pobre hijito va a diñarla si o si, porque el tratamiento requiere un viaje a Australia, la familia no tiene dinero, percibes la angustia y la rabia en sus ojos..
Y entonces llega el ángel salvador, la abuela del chiquillo. Típica abuelita inglesa. Ya saben, de tomar el té en tacitas con la efigie de Lady Di y cultivar hortensias con Margaret, Elisabeth y la señora Wilkinson.
La abuelita ya ha vendido la casa, las joyas, y aún así, no hay dinero para el tratamiento del nieto. Por casualidad descubre un trabajo con el cual podrá salvar la vida de su nieto..
Y así es como la entrañable abuelita se convierte en Irina Palm, la mayor y más solicitada masturbadora del Soho londinense.
No quiero destriparles más. Lo dicho, una joya de película. Un canto contra la hipocresía. Presten, si la ven, atención al personaje del proxeneta (el putero más delirante que he visto en pantalla, palabra) y las viejecitas de la tienda de comestibles.

Lo dicho.. Una croqueta con jamoncito dentro.