domingo, 16 de noviembre de 2008

Blankets, cómic de calidad.





Hoy volví a releerlo. Tengo que admitir que no soy un tipo de lágrima fácil. Una de las pocas veces que he llorado ha sido con esta obra de arte.
Es un buen tocho. 500 paginitas más o menos. Pero creanme, se lee en una tarde y parte de la noche. Le llamarán sus amigos "para ver que hay por ahí" o directamente "para ver si hoy pillamos cacho, que han venido las amigas de la novia de éste". Le va a dar igual. Hoy no se sale.
La historia, y Dios sabe que ésta no la destripo, no soy capaz, es muy simple. Chico muy religioso en la América muy profunda conoce chica, y por primera vez se enamoran. Viven en estados diferentes (por ahí las distancias son de verdad distancias, por lo visto). Pero se enamoran.
Es brutalmente sincera, te atraviesa el corazón, porque reconoces que aunque vivas en Leganés y no en Wisconsin todo esto ya lo has vivido, ya lo has sentido.
Aquí no hay mierda embadurnada de rosa fuxia y de brillantina, como en tantas y tantas películas. Aquí hay sentimientos, personas con matices.
Nunca antes había leído, o visto, u oído, mejor descripción de la primera noche con tu persona amada, con tu novia. De aquél momento que todos hemos vivido, y que ya nunca volverá. Cuando cubres con tus brazos a tu chica, y sientes su corazón en tu mano. El calor de piel contra piel, tu respiración en su pelo. Cuando por una de esas escasas veces en la vida, te sientes único y frágil pero indestructible. Cuando te sientes vivo, y das gracias al creador, o a Darwin, o a las puñeteras bacterias eucariótidas. Cuando das gracias a la otra persona por el mero y simple hecho de estar ahí, bajo la misma manta (blanket).
¡Enamórense otra vez, coño! Les recomiendo ese cómic, de todo corazón.